martes, 26 de mayo de 2009

Tragando agua salada...

Y llegó la hora de tirarse al mar.... pero de verdad, nada de bautizo con monitor cogidito de la mano (aunque bueno... sí que tocó en algún momento...).

Águilas, Murcia. Noviembre de 2008... Sí! Noviembre (estamos locos, o qué???).Para allá que vamos 9 intrépidos alumnos del curso de buceador una estrella, instructores y coches cargados de equipos prestados por el club de buceo.

Como somos muchos alumnos, las inmersiones se organizan en dos turnos. Dos inmersiones el sábado por la mañana y una el domingo. Yo buceo en el segundo turno con Manu, Raúl y Alfonso, que han sido mis compañeros de grupo durante el curso en Salamanca.

Llegamos el viernes, ya entrada la noche. Cenita con la gente del club (en total somos unas 15 personas), muy buen rollo y muchas risas. Después a dormir... no consigo conciliar el sueño más que un par de horas... La verdad es que estoy nerviosa.

El sábado no nos toca madrugar mucho porque vamos en el segundo turno. Buceamos con el club de buceo Estela. Está muy bien porque está en el mismo puerto, y no hay que trasladar equipos y botellas.


Cuando llega la hora montamos equipos y a la barca!!! Yo iba super nerviosa. Super Dive Master (Jose Carlos) siempre muy pendiente de mí y de todos los compañeros, transmitiendo tranquilidad. Y toca tirarse al agua... y en ese momento pienso... "Pero qué coño hago yo aquí?" No da tiempo a más... Los peces que nadan junto al cabo comienzan a dar respuesta a ese porqué.

Bajo agarrada al cabo, poco a poco, los oídos me molestan un poco pero consigo compensar. Es una inmersión sencilla, en la Isla del Fraile, para principiantes como nosotros. 7 metros como mucho. El agua está fría, muy fría, apenas a 14 grados. Pero con los nervios casi ni lo noto... Buceo en cabeza de grupo con el instructor como compañero. Continuamente me pregunta cómo me encuentro, mientras controla al grupo, cerrado por Javier (mi profe particular de cómo quitarse la máscara, jejeje). Yo voy bien, no del todo cómoda, un poco nerviosa, no controlo bien la flotabilidad, pero dadas las circunstancias, bien. Y aunque no disfruto plenamente (normal), tampoco me siento mal bajo el agua.

La segunda inmersión, en el mismo sitio, pero bajando a 10-12 metros. Más o menos las mismas sensaciones. Lo peor de todo la salida del agua, me duele ligeramente la cabeza y tengo mucho frío. Es normal: hiperventilo un poco, agua a 14 grados, traje húmedo, diciembre.... En fin.

Y así acaba el primer día de buceo... no ha sido una gran experiencia, pero ha sido una prueba superada. Después comer y cargar pilas para el día siguiente.

El Domingo, tras otra noche casi sin dormir, amanezco sin ganas de bucear. Tengo un poco de ansiedad y no me apetece nada: hace frío y estoy nerviosa. No soy la única, otros compañeros confiesan el mismo "miedo"... porque es eso... un poco de miedo. Hoy vamos a bajar a casi 20 metros y eso ya me da mucho respeto.

La inmersión es en La Cueva de la Virgen. En el barco voy bien, pero a medida que bajo el cabo me voy poniendo nerviosa. El agua está bastante fría y comienzo a hiperventilar un poco. Jose se da cuenta en seguida y comienza a tranquilizarme, incluso cantando y agarrándome de la mano. Los nervios se van poco a poco y me permiten, dentro de mis limitaciones (falta de control total de la flotabilidad y algunos aletazos mal dados) y mis miedos (el mayor de ellos que no me entre agua en la máscara, que llevo lentillas!!!!), disfrutar de la Cueva de la Virgen y de la morena que, amenazante, nos saluda desde el pecio Mi Teresa.

Y así acaba el curso. En unos días tendré mi certificación de Buceador 1 Estrella. Tengo un sabor agridulce... no he disfrutado del todo. Pero sé que esto me gusta. Me gusta la vida que he visto bajo el agua, me gusta la sensación de tranquilidad... es difícil de describir esa sensación. Sólo los que han buceado alguna vez saben a qué me refiero.

Sé que volveré a bucear.

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